Recuerdo la primera vez que me enfrenté a un edificio histórico con un grave problema estructural: la intervención en las bóvedas de la Iglesia de Cespedosa de Tormes. Las bóvedas presentaban una deformación salvaje, que amenazaba la seguridad de todos.
Todo empezó un domingo por la noche, cuando varias dovelas de una bóveda se desplomaron desde lo alto. Dos o tres piedras de 120 kilogramos cayendo del techo de una iglesia. Si hubiese sido 12 horas antes, podría haber acabado en tragedia
La iglesia cerró por más de un año mientras el equipo técnico investigaba la causa del desplome y diseñaba una solución. En ese momento, trabajaba como jefe de obra una empresa de rehabilitación, y nos adjudicaron la rehabilitación de la iglesia. Era joven e inexperto, pero con una gran sed de aprender. Sin embargo, la restauración resultó ser extremadamente peligrosa y compleja, y el proyecto inicial no estaba a la altura de lo que un lugar tan especial requería.
Un incidente marcó un antes y un después: más dovelas se desplomaron, y un operario estuvo a centímetros de ser alcanzado. En ese momento entendí que no bastaba con seguir un proyecto al pie de la letra; había que estudiar cada detalle, formarse con los mejores técnicos y, sobre todo, pensar. Pensar mucho, sin aceptar lo primero que se nos presenta. Era esencial analizar, observar y sacar conclusiones antes de actuar, siempre con responsabilidad.
Con apenas un año de experiencia, me vi tomando las riendas del problema, junto con mi encargado. Tuvimos que encontrar una solución que minimizara los riesgos para el equipo, garantizando la máxima seguridad de la obra y un resultado digno de la historia de aquel lugar. Comprendí que, para intervenir en edificios de más de 400 años, no basta con conocimientos técnicos generalistas; hay que especializarse, sentir la obra y respetar su historia.
Desde entonces, los retos difíciles me motivan, porque es allí donde un buen técnico se prueba. Hoy, sigo tomando las riendas con la misma seriedad, priorizando siempre la seguridad y la excelencia.
Hola, soy David Alfaraz, arquitecto técnico de Salamanca. Cada proyecto es único, y estoy aquí para asegurar que el tuyo se ejecute con la máxima precisión. Explora mis servicios y encuentra la solución que mejor se adapta a tus necesidades:
06/02/2025
No soy promotor, ni project manager, ni experto en urbanismo, pero siempre me interesa el éxito de mis clientes. Al final, creo que es parte del trabajo y, además, me apasiona.
06/02/2025
Rehabilitar un edificio para hacerlo más eficiente energéticamente es una inversión importante, pero sus beneficios superan con creces el coste. No solo reduce el consumo y genera un ahorro significativo en las facturas, sino que mejora el confort y aumenta el valor del inmueble.
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Ser arquitecto no es nada fácil, sobre todo en provincias poco pobladas como Salamanca, en la que es imposible la especialización. Un día estás haciendo un certificado energético y al siguiente el alcalde de tu pueblo se acuerda de ti porque hay unos ahorrillos para arreglar la espadaña de la iglesia. Y claro, ¿quién mejor que tú que procedes de allí? Total, un arquitecto tiene que saber de todo y ser un experto en cada materia, ¿no?
Sea cual sea tu necesidad, te acompaño para que cada fase de tu proyecto se desarrolle sin contratiempos, garantizando resultados de calidad.