Una lección aprendida en piedra y polvo: Tomar las riendas cuando todo se derrumba

Recuerdo la primera vez que me enfrenté a un edificio histórico con un grave problema estructural: la intervención en las bóvedas de la Iglesia de Cespedosa de Tormes. Las bóvedas presentaban una deformación salvaje, que amenazaba la seguridad de todos.

La Gaceta - Parte de la bóveda de la iglesia de Cespedosa de Tormes se desploma
Dovela apuntalada
Dovela apuntalada

Todo empezó un domingo por la noche, cuando varias dovelas de una bóveda se desplomaron desde lo alto. Dos o tres piedras de 120 kilogramos cayendo del techo de una iglesia. Si hubiese sido 12 horas antes, podría haber acabado en tragedia

La iglesia cerró por más de un año mientras el equipo técnico investigaba la causa del desplome y diseñaba una solución. En ese momento, trabajaba como jefe de obra una empresa de rehabilitación, y nos adjudicaron la rehabilitación de la iglesia. Era joven e inexperto, pero con una gran sed de aprender. Sin embargo, la restauración resultó ser extremadamente peligrosa y compleja, y el proyecto inicial no estaba a la altura de lo que un lugar tan especial requería.

Un incidente marcó un antes y un después: más dovelas se desplomaron, y un operario estuvo a centímetros de ser alcanzado. En ese momento entendí que no bastaba con seguir un proyecto al pie de la letra; había que estudiar cada detalle, formarse con los mejores técnicos y, sobre todo, pensar. Pensar mucho, sin aceptar lo primero que se nos presenta. Era esencial analizar, observar y sacar conclusiones antes de actuar, siempre con responsabilidad.

Altar de una iglesia
Altar de una iglesia

Con apenas un año de experiencia, me vi tomando las riendas del problema, junto con mi encargado. Tuvimos que encontrar una solución que minimizara los riesgos para el equipo, garantizando la máxima seguridad de la obra y un resultado digno de la historia de aquel lugar. Comprendí que, para intervenir en edificios de más de 400 años, no basta con conocimientos técnicos generalistas; hay que especializarse, sentir la obra y respetar su historia.

Desde entonces, los retos difíciles me motivan, porque es allí donde un buen técnico se prueba. Hoy, sigo tomando las riendas con la misma seriedad, priorizando siempre la seguridad y la excelencia.

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